Especies invasoras alteran ecosistemas y amenazan la biodiversidad
Las especies invasoras, introducidas por actividades humanas, representan una amenaza significativa para la biodiversidad global, alterando ecosistemas y desplazando a especies nativas.
Las especies invasoras representan una de las principales amenazas para la biodiversidad a nivel mundial. Estas especies, introducidas en ecosistemas ajenos, ya sea de manera accidental o intencional, pueden adaptarse, proliferar y desplazar a las especies nativas, alterando el equilibrio ecológico. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), son la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo.
La introducción de especies exóticas suele estar vinculada a actividades humanas como el comercio internacional, el turismo y la liberación de mascotas. Por ejemplo, el comercio de plantas ornamentales ha facilitado la dispersión de especies vegetales invasoras, mientras que la liberación de animales exóticos ha llevado a la proliferación de especies que compiten con las nativas.
El impacto de estas especies es multifacético. Pueden actuar como depredadores, compitiendo por recursos y desplazando a las especies autóctonas. Además, alteran los hábitats, modificando las características físicas y químicas del suelo, y pueden introducir nuevas enfermedades y parásitos que afectan tanto a la fauna como a la flora local.
Estas son cinco especies invasoras alrededor del mundo que han causado daños:
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Mejillón cebra (Dreissena polymorpha): originario de Europa oriental y Rusia occidental, este molusco llegó a Europa occidental y Estados Unidos a través del agua de lastre de los barcos. Se dispersa rápidamente, desplazando a otras especies y obstruyendo las tomas de agua en diversas infraestructuras.
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Cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii): nativo de México y Estados Unidos, fue introducido en España en 1974 para su comercio. Ha desplazado al cangrejo de río autóctono, transmitiendo enfermedades que no afectan a la especie invasora y causando daños en los arrozales.
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Carpa asiática: introducida en el sur de Estados Unidos para limpiar algas y vegetación en estanques de acuicultura en las décadas de 1960 y 1970, escapó a la naturaleza y se convirtió en una molestia, consumiendo el plancton necesario para otras especies y alterando los ecosistemas acuáticos. .
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Kudzu (Pueraria montana lobata): esta planta trepadora japonesa fue introducida en Estados Unidos para controlar la erosión del suelo. Sin embargo, su rápido crecimiento ahoga a otras plantas y alberga otras especies invasoras, afectando negativamente a la biodiversidad local.
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Mangosta (Herpestes javanicus): introducida en varias islas de Hawái y las Antillas para controlar poblaciones de roedores en plantaciones de caña de azúcar en el siglo XIX, la mangosta también depreda aves, reptiles y otras especies autóctonas, provocando desequilibrios ecológicos.
La gestión y control de las especies invasoras es un desafío global que requiere estrategias integrales. Es fundamental implementar medidas de prevención, detección temprana y respuesta rápida para evitar su establecimiento y propagación. Además, la educación y concienciación pública juegan un papel crucial en la prevención de nuevas introducciones y en la mitigación de los impactos de estas especies en los ecosistemas.