México se calienta más rápido que el resto del planeta

El calentamiento global avanza con una velocidad preocupante en México, rebasando el límite de 1.5 °C que los Acuerdos de París marcaban como umbral crítico. En los últimos 18 meses, las temperaturas en el país han permanecido consistentemente por encima de ese nivel, lo que evidencia una tendencia que se esperaba alcanzar hacia finales de la década, advirtió Francisco Estrada Porrúa, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM.

Mientras que el planeta en general se calienta a razón de 2 grados Celsius por siglo, México presenta un ritmo de 3.2 grados, lo que lo convierte en uno de los países con mayor velocidad de calentamiento. Actualmente, la temperatura promedio nacional ha subido 1.8 °C en comparación con los niveles preindustriales, cifra superior a la media global y con consecuencias directas en el entorno y la estabilidad socioeconómica del país.

Un ejemplo claro es el impacto sobre los cultivos. En Veracruz, por ejemplo, se proyectaba una disminución del 24 % en la producción de café para 2020; sin embargo, las pérdidas fueron el doble. Este caso no solo muestra la gravedad de la situación, sino también cómo los modelos climáticos han subestimado la rapidez y fuerza de los cambios que ya afectan al sector agrícola y a las comunidades rurales.

Durante los trabajos preparatorios de la Cumbre de Rectoras y Rectores por la Acción Climática, académicos subrayaron la urgencia de colocar la crisis climática en el centro de la política de desarrollo nacional. Enrique Provencio, también de la UNAM, sostuvo que el país necesita respaldo institucional, recursos económicos y una planificación transversal que incorpore el cambio climático en todas las decisiones estratégicas.

Además, los expertos han advertido que los efectos del calentamiento global son más severos en poblaciones marginadas. Con más de 35 millones de viviendas con carencias y ubicadas en zonas vulnerables, el país requiere de políticas públicas que no solo mitiguen el cambio climático, sino que aseguren justicia social, reducción de riesgos y acceso equitativo a infraestructura resiliente.