La problemática invisible de los desechos electrónicos
Sólo el 5% de los desechos electrónicos son reciclados, lo que genera una de las mayores fuentes de contaminación en el planeta.
Vivimos en una era donde la tecnología avanza a pasos agigantados, pero también en una cultura del descarte que tiene consecuencias sorprendentes. Celulares, discos duros, cpus, monitores, y otros artefactos conforman la lista de los desechos electrónicos más comunes, según el ranking del Observatorio Mundial de Residuos Electrónicos.
La composición de estos dispositivos revela que el 72% está compuesto por materiales reciclables, el 25% por materiales reutilizables y el 3% por residuos peligrosos. La acumulación de estos residuos no solo afecta al medio ambiente, sino que también pone en riesgo la salud humana. La exposición a elementos tóxicos como el plomo puede derivar en problemas de parto, alteraciones neurológicas, daños en el ADN y otras complicaciones, según un estudio destacado.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) destaca que los residuos electrónicos constituyen la corriente de desechos de más rápido crecimiento en el mundo. Además, países como Brasil, México, Colombia y Argentina lideran la generación de estos desechos, aunque Uruguay destaca como el país con mayor generación de residuos electrónicos por persona.
A pesar de estos desafíos, solo el 5% de los residuos electrónicos son recuperados o reciclados, según el Observatorio Mundial de Residuos Electrónicos. La falta de conciencia y conocimiento sobre qué hacer con estos desechos contribuye a que el 50% de los celulares en desuso sean almacenados en hogares e instituciones.
Sin embargo, hay acciones que podemos tomar a nivel individual, como optar por productos que prioricen el reciclado, extender la vida útil de nuestros dispositivos y buscar alternativas para reciclar o reutilizar lo que ya no necesitamos.
En última instancia, la clave está en cambiar nuestra percepción sobre los desechos electrónicos. Aunque parezca que su vida útil ha llegado a su fin, muchos emprendimientos y proyectos pueden darles una segunda vida. Reciclar no solo es una responsabilidad ambiental, sino también una forma de contribuir a un planeta más sostenible.