
México podría perder todos sus glaciares antes de 2050
La pérdida de glaciares en México avanza con rapidez y amenaza el acceso al agua, la biodiversidad y el equilibrio climático en todo el país.

El calentamiento global ha transformado para siempre el paisaje de las altas cumbres mexicanas. A pesar de la creencia común, en México existen glaciares, ubicados en los picos más elevados del país. Sin embargo, estas reservas de hielo han comenzado a desaparecer a un ritmo alarmante. Los científicos advierten que, si las tendencias actuales continúan, el país podría perder por completo estos ecosistemas en menos de 25 años.
México contaba con 18 glaciares hacia mediados del siglo XIX, repartidos entre los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Citlaltépetl (Pico de Orizaba). Hoy, apenas cinco sobrevivieron. El Iztaccíhuatl, por ejemplo, ha pasado de tener 11 masas de hielo a conservar solamente tres, tras la extinción del glaciar Ayoloco en 2018. En el Pico de Orizaba quedan solo dos, mientras que el Popocatépetl perdió su último glaciar a finales del año 2000.
Esta pérdida no es simbólica ni lejana. Los glaciares mexicanos aportan cerca del 5% del agua dulce al sistema hidrológico nacional. Su desaparición amenaza la seguridad hídrica de millas de personas, especialmente de aquellas comunidades cercanas a los volcanes. Además, los procesos de deshielo generan inestabilidad geológica, afectaciones a la biodiversidad y pérdida de servicios ecosistémicos clave como la regulación térmica del ambiente.
La situación mexicana es reflejo de un fenómeno global. Según la UNESCO, los glaciares del planeta han perdido 9 000 gigatoneladas de hielo desde 1975, contribuyendo al aumento del nivel del mar y afectando el equilibrio de los océanos. Aunque solo cubren el 10% de la superficie terrestre, los glaciares almacenan casi el 70% del agua dulce del mundo, de la cual depende directamente cerca de dos mil millones de personas.
Frente a este escenario, la comunidad científica insiste en que la solución está en nuestras manos. Reducir la huella de carbono, adoptar hábitos sostenibles y exigir políticas públicas más ambiciosas son pasos indispensables. La pérdida de los glaciares es una señal clara del impacto humano sobre el planeta. Lo que está en juego no es solo un ecosistema, sino el futuro del agua, del clima y de la vida tal como la conocemos.