5 países más contaminantes son responsables de la crisis climática global
Las naciones desarrolladas lideran las emisiones de CO₂, mientras que los países en desarrollo sufren las peores consecuencias del calentamiento global.
El cambio climático se ha convertido en una crisis crítica, impulsada por las acciones humanas que han acelerado un proceso natural. Históricamente, un aumento de 5 °C tomó 5.000 años, pero las proyecciones actuales indican que podríamos alcanzar esta misma cifra para el año 2100. Esta alarmante velocidad sugiere que, en menos de 120 años, el planeta enfrentaría lo que antes ocurrió en milenios.
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son el principal motor de este fenómeno. Según datos recientes, los cinco países que más contribuyen al calentamiento global son:
- China: 33% de las emisiones globales.
- Estados Unidos: 12.5%.
- Unión Europea: 7.3%.
- India: 7%.
- Rusia: 5.1%.
Juntos, estos países representan casi el 65% de todas las emisiones de CO₂ a nivel mundial, evidenciando una clara desigualdad en la responsabilidad del problema.
Además, al considerar las emisiones per cápita (toneladas de CO₂ por habitante), Estados Unidos lidera la lista, seguido por Rusia y Corea:
- Estados Unidos: 17.6
- Rusia 13.3
- Corea del Sur 12.6
Estos números resaltan cómo, a pesar de su población, países como China e India aún tienen una huella de carbono inferior en términos individuales, con 8.6 y 2.5 toneladas, respectivamente.
Históricamente, desde la Revolución Industrial, las cifras de contaminación acumulada reflejan un patrón similar: Estados Unidos, con un 21.6% del total, seguido por la Unión Europea y el Reino Unido (15.6%) y China (13.3%). Estos datos ponen de manifiesto que las naciones industrializadas siguen siendo las mayores responsables del cambio climático, a pesar de las promesas de mitigación.
La reciente reunión del G20 evidenció la polarización entre países desarrollados y en desarrollo. Mientras los emergentes solicitan tiempo y financiación para abordar la contaminación, las potencias se enfocan en exigir compromisos sin asumir responsabilidad. A pesar de las numerosas cumbres climáticas, los acuerdos firmados no se traducen en acciones concretas y eficaces para reducir las emisiones de CO₂.