¿La siembra de nubes es efectiva ante las sequías?
La técnica para inducir precipitaciones enfrenta escasa evidencia de eficacia, suscitando interrogantes en medio de desafíos climáticos.
La siembra de nubes es una técnica de modificación del clima que busca estimular la formación de precipitaciones al alterar las condiciones microfísicas de las nubes. Aunque países como México, España y Dubái han utilizado este proceso para hacer llover, hasta el momento no se conoce de verdaderos beneficios ante esta práctica.
Este proceso implica la dispersión de sustancias químicas, como el yoduro de plata, en el interior de las nubes, con el objetivo de proporcionar núcleos adicionales alrededor de los cuales las gotas de agua pueden condensarse o congelarse.
Uno de los métodos más utilizados implica el uso de aviones o cohetes para dispersar estas partículas en las nubes. Se espera que este aumento en la cantidad y tamaño de las partículas favorezca la probabilidad de precipitación.
Aunque la siembra de nubes se ha utilizado en diversas regiones del mundo, su efectividad ha sido objeto de controversia, con científicos y expertos señalando la necesidad de rigurosas evaluaciones y consideraciones de factores ambientales para determinar su impacto real.
Sarah Tessendorf, física de nubes en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos, señala que, si bien hay evidencia de que la siembra de nubes puede funcionar, no es recomendable como solución única para acabar con las sequías.
Por su parte, Javier Andaluz, responsable de clima y energía de Ecologistas en Acción en España, refuerza es escepticismo al afirmar que no hay evidencia de resultados positivos en la siembra atmosférica, y destaca la falta de utilización generalizada de estas técnicas si hubiera evidencia de su efectividad. Aunque se reconoce una cierta eficacia contra el granizo, la siembra de nubes plantea retos económicos y técnicos, subrayando la complejidad de abordar los problemas hídricos con soluciones exclusivamente tecnológicas.