Selva Maya: el costo ambiental del boom turístico en México
El turismo masivo y proyectos como el Tren Maya ponen en peligro la Selva Maya, un ecosistema vital para el clima y la biodiversidad global.
La Selva Maya, que abarca México, Belice y Guatemala, es el segundo bosque tropical más extenso de América Latina, y su biodiversidad es clave para el equilibrio climático global. Sin embargo, enfrenta desafíos significativos debido al crecimiento turístico y proyectos de infraestructura en la región. Este ecosistema alberga especies emblemáticas como el jaguar, cuya segunda población más grande del continente está en peligro por la deforestación masiva y la fragmentación de su hábitat.
El desarrollo turístico en la Riviera Maya ha transformado radicalmente el entorno. Ciudades como Cancún y Playa del Carmen han pasado de ser pequeños asentamientos a grandes destinos globales, atrayendo a más de 38 millones de turistas internacionales en 2023. El turismo ha generado ingresos de 28 mil millones de dólares, pero ha dejado cicatrices visibles, como la contaminación de cenotes y la pérdida de 6,659 hectáreas de selva por proyectos como el Tren Maya, donde el 87% de las áreas deforestadas carecían de permisos adecuado.
El Tren Maya, un megaproyecto emblemático del actual gobierno mexicano, busca conectar comunidades y promover un turismo más inclusivo. Aunque podría generar oportunidades económicas, ha sido duramente criticado por su impacto ambiental. Organizaciones como WWF advierten que las obras afectan corredores biológicos y acuíferos vitales, además de amenazar zonas arqueológicas de la cultura maya. Esto plantea serios dilemas sobre cómo equilibrar desarrollo económico y conservación.
A pesar de estas problemáticas, el turismo sigue siendo un pilar económico para México. Se proyecta que el Tren Maya contribuya a diversificar el perfil turístico del país, promoviendo experiencias culturales y ecológicas. Sin embargo, expertos y comunidades locales insisten en la necesidad de implementar prácticas sostenibles que minimicen el daño ambiental y respeten los derechos de los pueblos indígenas.
El futuro de la Selva Maya depende de decisiones responsables que reconozcan su valor como un recurso natural y cultural insustituible. La adopción de tecnologías limpias, regulaciones estrictas y la participación activa de las comunidades indígenas son pasos esenciales para asegurar un modelo turístico que respete el medioambiente y fomente un desarrollo justo y equitativo.